Juan José tiene leucemia linfoblástica: su médula ósea produce linfocitos inmaduros. Se la detectaron a los 5 años. Y ya tiene 10. Han sido cinco años en los que ha recibido muchas sesiones de quimioterapia en el J.M. de los Ríos. Ahora requiere un trasplante de médula. En este relato cuenta que las cosas en el hospital han cambiado. Y que por las noches, junto a su mamá, le pide a Dios estar mejor.
Johanna Osorio Herrera
Fotos: Vladimir Marcano
Me llamo Juan José Toro Gómez y tengo cáncer, cáncer en la sangre. Me descubrieron esta enfermedad una vez que me puyaron en el dedo. Yo tenía 5 añitos. Ya tengo 10 recién cumplidos. Fue hace mucho tiempo, pero todavía recuerdo un poco aquel día: era como en 2014, y mi mamá tenía dos semanas llevándome a muchos médicos, porque me sentía un poquito mal: me costaba caminar, estaba débil y tenía un ga-anglio… Sí, un ganglio, muy inflamado, aquí, del lado derecho del cuello.
Como ningún médico de Los Teques, cerca de mi casa en El Jarillo, sabía qué era lo que tenía, mi mamá me trajo al J.M. de los Ríos. Aquí me puyaron el dedo, y esperamos. Después a mi mamá le dijeron que yo tenía cáncer. Me descubrieron todo en un día. Los doctores dijeron que estaba muy mal, y me hospitalizaron. Allí pasé ocho meses.
Una doctora fue la que me lo dijo. Aunque no sabía qué era eso que tengo, lo primero que pensé cuando nos dieron esa noticia fue que me iban a puyar mucho, mucho, y que no iba a ver más a mi familia. Eso me dio mucho miedo. Desde que me dejaron hospitalizado me comenzaron a poner unas quimioterapias muy fuertes. Son tan fuertes que, me dijeron, solo se las aplican a algunos niños. Pero aunque era así de fuerte, ese tratamiento me hizo sentir mucho mejor.
Algunas quimioterapias son calientes, y otras frías. Hay una quimio de color rojo. Esa duele. Sientes que se te queman las venas. A veces, me tienen que poner solución, porque se me tapa la vía por la que pasa el tratamiento. Cuando me duele, resisto. A veces lloro, pero resisto.
Mi mamá siempre está conmigo, y me dice que tenemos que luchar. Y yo he luchado y luchado, y ya estoy aquí, bien, y me siento mucho mejor. Una vez, una quimio hizo que se me cayera el cabello. Sin cabello, los ojos me cambiaron de color marrón a color verde aceituna. Mi mamá y las doctoras se reían cuando les decía eso. Si veía a mi mamá triste, yo le decía que se quedara tranquila, que yo me sentía sano.
Cuando me dijeron que tenía cáncer, estaba en 1er grado. Como había aprendido a leer a los 5 años, me pasaron a la primaria. Al volver al colegio, mis amigos me preguntaban por qué llevaba puesto un tapabocas. Yo les explicaba que tenía cáncer, y que por eso lo usaba: si a ellos les daba gripe podían contagiarme, y eso era malo para mí.
Ahora estoy en 3er grado y ya no estoy con mis compañeros, porque paso mucho tiempo en el hospital y no he podido avanzar como ellos. Pero no estoy triste. Sé que todo esto es necesario para curarme. Además, en el hospital siempre hago amigos nuevos.
Llegué al J.M. de los Ríos hace más de cuatro años, y me atendieron la doctora Susana, la doctora Marisol y la doctora Yanina. Pero las cosas en el hospital han cambiado: las doctoras se han ido. La doctora Yanina, a quien yo quería muchísimo, se fue. Antes nos atendían mejor, ahora casi no hay nada. No hay yelcos, que sirven para ponerme las quimioterapias, las transfusiones de sangre, las plaquetas y para hacerme los aspirados de médula ósea. No hay obturadores. No hay medicamentos; y mi mamá pasa mucho trabajo buscándolos, porque casi no se consiguen. Me siento triste cuando me faltan medicamentos o cuando no tenemos ayuda para hacerme los exámenes, que son muy caros.
A veces le digo a mi mamá que no quiero que suframos más. Yo quiero salir de esto.
Cuando por las noches rezo con mi mamá, le pido a Dios estar mejor. Ella también reza. Pedimos para que me sienta bien, y pueda jugar mucho con mis amigos.
Muchos de mis amiguitos se han ido para el cielo. He llorado por ellos. Es triste. Y es triste cuando veo a otros enfermos, con gripe, como a veces me siento. Me pongo contento cuando sé que hay compañeros que mejoran y están sanos.
Yo quisiera que el hospital cambiara. Que las cosas aquí mejoraran, para que mis amiguitos se salven. Ver a todos los niños jugando es lo que más me gusta del J.M. Y ver a los niños sanos, como yo.
Hace poco cumplí años, y no puedo decir mi deseo, para que se cumpla.
Me gusta mucho la playa, más que la piscina, porque si la piscina está sucia no puedo abrir la boca, porque me enfermo. En cambio en la playa hay mucho espacio para jugar. Me gusta jugar. También juego fútbol, pero con cuidado porque no puedo caerme, ni correr mucho. Cuando sea grande quiero ser futbolista, o policía o médico o bombero, y salvar vidas, las vidas de otros niños con cáncer.
He conocido muchos niños con cáncer.
Conocí uno que se llamaba Daniel, bueno, se llama.
También uno que se llamaba Paolo, que se murió.
Son los niños que más recuerdo.
Un día, voy a tener 15 años, como mi hermano. Me imagino alto como él, con camisa beige, estudiando mucho. A los 15 años ya no voy a tener cáncer.
Me voy a curar. Ya casi no me siento tan mal. La última vez que estuve muy enfermo estaba en mi casa. Tenía una tos con flema y comencé a vomitar. Me llevaron al hospital que queda por mi casa, el Victorino Santaella. Es que ahora también tengo asma, me dijeron que por las quimioterapias. También voy seguido a El Algodonal, porque con una transfusión de sangre me contagiaron hepatitis C, y la doctora dice que debo tomarme mis pastillas para curarme el asma y la hepatitis, y así poder hacerme mi trasplante de médula.
El trasplante de médula quiere decir que le van a sacar sangre a Juan Luis, mi hermano mayor, de 17 años, y me la van a poner a mí, por la espalda. Me han explicado que él es el único que es completamente compatible conmigo.
Va a ser un día muy importante, distinto. Es algo que nunca he vivido. A diferencia de las otras veces que me han puyado y me han dejado irme para mi casa, para el trasplante me dejarán hospitalizado: me acostaré, me pondrán una vía por la que me pasarán medicamentos.
Me imagino que después voy a salir e irme para mi casa, y luego me voy a sentir bien todos los días, porque ya no voy a tener más cáncer.
A Paolo, el niño que se murió, también le hicieron el trasplante, pero agarró una infección y se murió.
A veces pienso en eso, en esas cosas. Pero yo me voy a sanar y estaré bien. Yo he luchado mucho, tengo cinco años luchando, y voy a seguir luchando hasta que me sane.
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Dios te guarde y te bendiga juancito!!!!! Y te conceda salud!!!! Fuerza!!!
Un artículo muy bien escrito que expresa el sentimiento de cada niño con cáncer en Venezuela, se atienden estos pacientes no sólo en el JM sino en cada uno de los hospitales más grandes del país, sin embargo, por el déficit de tratamiento, personal e insumos su esperanza de vida disminuye. Espero que iniciativas como esta permitan estimular a las autoridades de salud a cumplir con su deber y asegurar el derecho a la salud y a la vida.
Quiero el número de teléfono de Juan José osorio
DIOS T BENDIGA MI NIÑO HERMOSO CLARO Q T VAS A CUANDO Y VAS A PODER JUGAR Y ESTUDIAR. . NO T RINDAS MI NIÑO SIGUE LUCHANDO X TU VIDA Y X LO Q DESEAS. . TEN MUCHAS FE Y PÍDELE MUCHO A DIOS. Y T FELICITO GRANDEMENTE XQ HASTA SIDO UN LUCHADOR. . RECIBA Q DIOS LE PONE PRUEBAS FUERTES A SUS MEJORES SOLDADOS. .. DIOS T BENDIGA HERMOSO. …
Dios te bendiga mi niño!! Y sé que ese deseo se va a cumplir en el nombre de Jesús ?
Con el favor de Dios te mejorarás pronto Dios te cuide y te proteja príncipe