Federico Borges, Adriana Urdaneta, Edgar Sotillo e Ingrid Soto son médicos venezolanos y trabajan en distintos servicios del Hospital J.M. de los Ríos. A pesar de sus menguados salarios y de las numerosas limitaciones que diariamente deben enfrentar para ejercer su profesión, ellos se las ingenian para, con entereza, seguir allí procurando sanar niños.
El Servicio de Cardiología y Hemodinamia del Hospital J.M. de los Ríos está prácticamente inoperativo desde 2014, cuando el equipo para practicar cateterismos dejó de funcionar. Desde ese momento, Federico Borges, prominente cardiólogo con 34 años de experiencia, no ha podido hacer más intervenciones por cateterismo: solo atienden consultas.
Adriana Urdaneta tiene 28 años y está a ocho meses de obtener su título de pediatra, luego de más de tres años de residencia en el Hospital de Niños J.M. de los Ríos. Todas las carencias que ha visto allí se exacerbaron con los apagones de marzo y abril de 2019. La contingencia puso a prueba su vocación y sus conocimientos.
Es uno de los cuatro neurocirujanos pediátricos con los que cuenta el J.M. de los Ríos. Son tan pocos porque las últimas promociones que han egresado del único postgrado de esa especialidad que hay en el país y que funciona en ese hospital, han migrado íntegramente. Ante las carencias de recursos del centro médico, Edgar Sotillo usa la creatividad…
Ingrid Soto de Sanabria advirtió la tragedia que se avecinaba. En 2016 encendió las alarmas sobre la grave desnutrición que estaban padeciendo niños que acudían al Hospital J.M. de los Ríos. Los años pasaron y no ha dejado de hacerlo. Tiene 40 años de servicio y está a la espera de su jubilación. La mueve la convicción de que informar y denunciar ayuda a salvar niños.